Barbie: La Película

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Barbie llega como la explosión veraniega y éxito en taquilla de la mano de la directora y co-guionista Greta Gerwig, siendo un deslumbrante logro, tanto en técnica como visual, como en el mensaje que transmite.

Es un festín visual que triunfa como un escape alegre y un grito de batalla. Barbie está tan repleta de una impecable atención al detalle que sería imposible captar todo en una sola proyección; tendrías que dedicar un pase solo a los accesorios, por ejemplo. El diseño de vestuario y el diseño de producción son constantemente ingeniosos y coloridos, acordes con el icono en constante evolución, y el cinematógrafo Rodrigo Prieto (nominado al Oscar en tres ocasiones) le da a todo un brillo reluciente. No es solo que Greta Gerwig y compañía hayan recreado un montón de Barbies de décadas de historia (las cuales quedan en el imaginario y recuerdo de los espectadores durante la proyección), equipándolas con una variedad de ropa y peinados, y ubicándolas en casas de ensueño impecables. Es que han dado vida a estas muñecas con una energía contagiosa y un guiño cómplice.

Barbie puede ser histéricamente divertida, con momentos desternillantes generosamente dispersos. Estos momentos provienen de la insularidad de un reino idílico de tonos rosados y la comedia física de momentos donde los personajes se sienten fuera de lugar y referencias elegidas de la cultura pop, a medida que el mundo exterior invade cada vez más.

Seguramente ya conoces la trama básica: Barbie (interpretada por Margot Robbie), la más popular de todas las Barbies en Barbielandia, comienza a experimentar una crisis existencial. Debe viajar al mundo humano para comprenderse a sí misma y descubrir su verdadero propósito. Su especie de novio, Ken (interpretado por Ryan Gosling), se une a la aventura porque su propia existencia depende de que Barbie lo reconozca.

Ambos descubren verdades duras y hacen nuevos amigos en el camino hacia la iluminación.

Esta mezcla de una realidad cruda en un mundo obsesivamente idealizado recuerda a las revelaciones de otras cintas como El Show de Truman o LEGO: La película, pero a través de un prisma irónico que es específicamente propio de Gerwig.

Esta película reconoce las proporciones físicas poco realistas de Barbie y los problemas corporales muy reales que pueden causar en las niñas, al mismo tiempo que celebra su papel como ícono feminista. Después de todo, existió una muñeca Barbie astronauta (1965) antes de que una mujer real se uniera al cuerpo de astronautas de la NASA (1978), un logro que Barbie conmemora mostrando a dos mujeres con trajes espaciales dándose un alto cinco entre las estrellas, mientras la Barbie de Robbie, desde la Tierra, las saluda con un alegre “¡Vamos, al espacio!”.

También es una película en la que Mattel (el fabricante de la muñeca) y Warner Bros (el distribuidor de la película) al menos dan la apariencia de que están en complicidad con las bromas sorprendentemente punzantes a su costa. La sede de Mattel cuenta con una espaciosa sala de conferencias en el piso superior poblada exclusivamente por hombres, con una lámpara en forma de corazón inspirada en Dr. Strangelove flotando sobre la mesa, aunque el CEO interpretado por Will Ferrell insiste en que los “baños de género neutro hasta el tuétano” de su compañía son prueba de diversidad. Es un truco ingenioso.

Como protagonista de la película, Margot Robbie encuentra el equilibrio perfecto entre la sátira y la sinceridad. Es una elección de casting perfecta; es imposible imaginar a alguien más en el papel. La deslumbrante rubia de ojos azules luce totalmente el papel, por supuesto, pero también irradia el tipo de optimismo inquebrantable y exagerado requerido para este mundo elevado y dulce. Más tarde, a medida que la comprensión de Barbie se expande, Robbie maneja magistralmente los diálogos más complicados escritos por Gerwig y su co-guionista y frecuente colaborador, el cineasta Noah Baumbach. Desde una sonrisa deslumbrante hasta una lágrima solitaria y cada emoción en medio, Robbie encuentra la energía y el tono ideales en toda la película. Su actuación es un deleite.

Aun así, Ryan Gosling es un robaescenas constante mientras se regodea en la fragilidad bobalicona de Ken. Pasa de ser el necesitado novio de Barbie a un fanfarrón, macho bobo cuando se sumerge de lleno en cómo cree que debería comportarse un hombre de verdad.

Gosling vende la sinceridad de su personaje de mandíbula cuadrada y a la vez muestra su experiencia en el teatro musical que ya descubrimos en La La Land. Es toda una maravilla.

Dentro del enorme elenco de la película, donde todas las mujeres son Barbies y todos los hombres son Kens, con un par de excepciones, hay varios que destacan. Incluyen a la excéntrica Kate McKinnon como la llamada Barbie Rara que coloca al personaje de Robbie en su camino; Issa Rae como la contundente Presidenta Barbie; Alexandra Shipp como una amable y capaz Doctora Barbie; Simu Liu como el Ken hablador que atormenta al Ken de Gosling; y America Ferrera en un papel crucial como empleada de Mattel. Y no podemos olvidar a Michael Cera como el único Allan, torpemente torpe en medio de un mar de apuestos Kens, aunque todos los demás olvidan a Allan.

Sin embargo, aunque Barbie es increíblemente ambiciosa de una manera emocionante, también es frustrantemente desigual en ocasiones. Después de comenzar con una oleada tras otra de hilaridad ingeniosa, la película se estanca en el medio al presentar sus temas más serios. Es imposible no admirar cómo Gerwig da un gran paso con ideas profundas durante la película, pero ofrece tantas que a veces se detiene para explicarse a sí misma una y otra vez. El ingenioso borde satírico que estableció al principio fue en realidad un método más efectivo para transmitir sus ideas sobre los peligros de la masculinidad tóxica y la prepotencia, y el poder de la confianza y colaboración femenina.

Sin duda, además hay todo un movimiento en redes que es fiel al mensaje que transmite la película, hombres cis heterosexuales riéndose de que el cine se vista de rosa, cuándo estamos acostumbrados a que estos, vistan semanalmente los colores de su equipo de futbol, o que los vemos “uniformados” en cualquier lanzamiento de Marvel.

Otra reflexión que le hago al film, la viví en primera mano. Tenía a dos parejas heterosexuales en las butacas contiguas, y, mientras ellas disfrutaron de la película, se llegaron a sentir avergonzadas de sus parejas ante las mofas, falta de respeto y solicitud de atención constantes de estos, al grito de “que gay”, “maromo” o “qué mierda de película”.

Sin duda, no es un buen trago el verte reflejado en un muñeco, pues al final, la masculinidad tóxica nos rodea y por desgracia también en las nuevas generaciones.

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